Nuestro Señor Jesucristo nos dejó un legado muy precioso y es nuestro deber continuar propagando sus enseñanzas a como lo dice en Marcos 16:15 “Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura”. Es por esto que debemos de acoger este legado como nuestro y trabajar por expandir su Obra en esta tierra. Un buen comienzo es comprometernos con Cristo, comprometernos a trabajar para Él, no por obligación sino por amor.
Llenémonosdel amor de Cristo para trabajar en su Obra y así expandirla cada día. Demos el primer paso, dejemos que Cristo viva en nosotros, que nuestro YO mengue y Él crezca cada día. Dejemos nuestras diferencias como hermanos atrás y enfoquémonos en cambiar según la voluntad de Cristo. Dejemos que Cristo viva realmente en nuestros corazones. Sólo así podremos trabajar en un mismo sentido, para un mismo propósito, crecer en Cristo y traer nuevas almas arrepentidas a los pies de Jesús.
Busquemos la unidad entre nosotros hermanos, no dejemos a la unidad como una utopía, imposible de alcanzar, sino como un objetivo principal, como una meta a la que debemos llegar. Si todos verdaderamente buscamos esa unidad de la cual tanto predicamos, entonces estaremos trabajando con más fuerza para Cristo. Pablo lo dijo en Romanos 12:5 “Así muchos somos un cuerpo en Cristo, mas todos miembros los unos de los otros.” Todos debemos tener un solo objetivo que es servir a Cristo, enfoquémonos en ese objetivo, utilizando los distintos dones que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros.
Sirvámosle con todo el respeto, cariño y amor que Él merece. Pero así mismo debemos de reflejarlo hacia nuestros hermanos y prójimos, al trabajar con ellos. Cada uno tiene su propia personalidad, carácter, modos e ideas para servirle a nuestro Señor, así que debemos escucharnos, aceptar las críticas de nuestros hermanos y aprender de ellas. Aprendamos a escucharnos los unos a los otros y permitamos que todos nos desarrollemos en Cristo. Pablo también nos dejó una lección acerca de esto en Romanos 12:6-10 y concluye diciéndonos “Ámense los unos a los otros con caridad fraternal; previniéndose con honra a los unos y a los otros.” (Romanos 12:10).
Así que tomemos la bandera de Cristo y alcémosla todos juntos como un solo cuerpo en Cristo, llenos de luz en medio de este mundo de oscuridad. Expandamos esa luz, trayendo a más y más hermanos a los pies de Cristo. Comprometámonos con Cristo y trabajemos juntos por el adelanto de Su Obra, siempre llenos de amor, cariño y respeto al Todopoderoso.
Llenémonosdel amor de Cristo para trabajar en su Obra y así expandirla cada día. Demos el primer paso, dejemos que Cristo viva en nosotros, que nuestro YO mengue y Él crezca cada día. Dejemos nuestras diferencias como hermanos atrás y enfoquémonos en cambiar según la voluntad de Cristo. Dejemos que Cristo viva realmente en nuestros corazones. Sólo así podremos trabajar en un mismo sentido, para un mismo propósito, crecer en Cristo y traer nuevas almas arrepentidas a los pies de Jesús.
Busquemos la unidad entre nosotros hermanos, no dejemos a la unidad como una utopía, imposible de alcanzar, sino como un objetivo principal, como una meta a la que debemos llegar. Si todos verdaderamente buscamos esa unidad de la cual tanto predicamos, entonces estaremos trabajando con más fuerza para Cristo. Pablo lo dijo en Romanos 12:5 “Así muchos somos un cuerpo en Cristo, mas todos miembros los unos de los otros.” Todos debemos tener un solo objetivo que es servir a Cristo, enfoquémonos en ese objetivo, utilizando los distintos dones que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros.
Sirvámosle con todo el respeto, cariño y amor que Él merece. Pero así mismo debemos de reflejarlo hacia nuestros hermanos y prójimos, al trabajar con ellos. Cada uno tiene su propia personalidad, carácter, modos e ideas para servirle a nuestro Señor, así que debemos escucharnos, aceptar las críticas de nuestros hermanos y aprender de ellas. Aprendamos a escucharnos los unos a los otros y permitamos que todos nos desarrollemos en Cristo. Pablo también nos dejó una lección acerca de esto en Romanos 12:6-10 y concluye diciéndonos “Ámense los unos a los otros con caridad fraternal; previniéndose con honra a los unos y a los otros.” (Romanos 12:10).
Así que tomemos la bandera de Cristo y alcémosla todos juntos como un solo cuerpo en Cristo, llenos de luz en medio de este mundo de oscuridad. Expandamos esa luz, trayendo a más y más hermanos a los pies de Cristo. Comprometámonos con Cristo y trabajemos juntos por el adelanto de Su Obra, siempre llenos de amor, cariño y respeto al Todopoderoso.